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El Papa advierte del

Última modificación: jue 31 mar 2022 p. m. p. m.6 16:14

 


 

 

 

En su homilía de este viernes por la mañana, el Papa Francisco advirtió contra "el gusano de los celos", que nos lleva a juzgar mal a los demás, a competir, a alimentar dentro de nosotros un chisme que "mata al otro", pero que en realidad no tiene ninguna consistencia.

Basándose en la primera lectura del primer Libro de Samuel, el Papa recuerda que los celos del rey Saúl se despiertan por el canto de victoria de las doncellas judías tras la victoria sobre Goliat y los filisteos: "Saúl mató mil enemigos, David mató diez mil". Así nació "la agitación de los celos", como "un gusano que te roe desde dentro". Así, "Saúl sale con el ejército para matar a David". "Los celos son criminales", comenta Francis, "porque siempre buscan matar". Y a los que dicen "sí, estoy celoso de eso, pero no soy un asesino", el Sumo Pontífice responde: "Eso es cierto ahora. Pero si continúas, puede terminar mal", porque, nos recuerda, uno puede matar fácilmente "con la lengua, con la calumnia".

El envidioso no ve la realidad
Y el Papa continuó: los celos crecen al "hablar con uno mismo", al interpretar las cosas con la propia llave. Al "hablar consigo mismo", el celoso "es incapaz de ver la realidad", y sólo "un evento muy fuerte" puede abrir sus ojos. Así, la fantasía alimentada por los celos llevó a Saúl a creer "que David era un asesino, un enemigo". Una actitud que nos toca a todos," añade el Santo Padre, "y llama a todos a preguntarse por qué esta o aquella persona es insoportable para mí. "A menudo buscamos el por qué y descubrimos que son nuestras fantasías, alimentadas por esta charla con nosotros mismos".

Dios enfrenta a Saúl con sus celos
La salvación de Saúl reside en el amor de Dios; pues aunque le quitó la realeza por su desobediencia, sigue amándolo. Y así "le da la gracia de enfrentarse a sus celos, que estallan como una pompa de jabón, porque no tenía sustancia. Francisco cuenta el episodio bíblico en el que Saúl entra "para aliviarse" en la cueva donde David y sus hombres se habían escondido. Sus compañeros le dicen a David que se aproveche para matar al rey, pero él se niega: "Nunca pondré mis manos sobre el ungido del Señor". Vemos, comenta el Sumo Pontífice, "la nobleza de David comparada con los celos asesinos de Saúl". Así, en silencio, corta sólo un trozo del manto del rey, "y se lo lleva consigo".

La historia del diálogo entre David y Saúl
David sale de la cueva y respetuosamente le grita a Saúl: "¡Oh rey, mi señor!", incluso cuando intenta matarlo. Y le pregunta: "¿Por qué escuchas a la gente que dice: "David quiere hacerte daño"?" Y le muestra el dobladillo de su capa y le dice: "Podría haberte matado. Pero te perdoné la vida". Esto, comenta el Papa, "rompe la pompa de jabón de los celos de Saúl", que reconoce a David "como si fuera un hijo y vuelve a la realidad", diciendo: "Tú eres más justo que yo, porque me has hecho bien y yo te he hecho mal".

Protejamos nuestros corazones de los celos.
"Es una gracia cuando el celoso, el celoso, se enfrenta a una realidad que revienta esa pompa de jabón que es su vicio de celos o envidia", dice el Papa, que nos invita a mirar dentro de nosotros mismos, cuando "una persona nos resulta desagradable y no nos gusta". Y preguntarnos: "¿Qué hay en mí? ¿Está creciendo el gusano de los celos, porque esa persona tiene algo que yo no tengo, o hay una ira oculta?". Debemos, y este es el consejo del Sumo Pontífice, "proteger nuestro corazón de esta enfermedad, de esta charla consigo mismo, que hace crecer esta pompa de jabón, que ciertamente no tiene consistencia, pero que duele tanto". E incluso cuando alguien se acerca a nosotros "para hablar del otro", debemos hacerle entender que a menudo no habla con serenidad, sino "con pasión", y en esta pasión "está el mal de la envidia y el mal de los celos", que son las semillas de la guerra.

La gracia de un corazón transparente y amistoso
El Papa nos invita, pues, a ser prudentes ante estos celos que llevan a la rivalidad con el otro, en la propia familia, en el lugar de trabajo o en el vecindario; "Pidamos al Señor que tenga un corazón tan transparente como el de David. Un corazón transparente que sólo busca la justicia y la paz. Un corazón amigable, que no quiere matar a nadie, porque los celos y la envidia matan".

Alessandro di Bussolo- Ciudad del Vaticano


Origen: Vatican News



 

 

 
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