Meditación sobre los quince dolores y sufrimientos secretos de Jesús

Modificado : sáb 13 nov 2021 a. m. a. m.4 08:56 (UTC +1)

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Esta devoción fue aprobada y recomendada por el Papa Clemente XII (1730-1740)

Quince dolores y sufrimientos secretos revelados oralmente por Nuestro Señor a Sor María Magdalena Martinengo (1687-1737), clarisa, que vivió muy santamente y murió beata en Roma.
Cristo concedió el deseo de esta monja -que anhelaba conocer sus dolores secretos- apareciéndose a ella y revelándole quince sufrimientos padecidos la noche anterior a su muerte.
Cristo le dijo: "Los judíos me consideraban entonces el hombre más malvado de la tierra.  Por lo tanto...1.      Me ataron los pies con una cuerda, me arrastraron por una escalera de piedra y me arrojaron a un sótano apestoso lleno de mugre.
2.      Me despojaron de mis ropas y atravesaron mi cuerpo con afilados pinchos de hierro.
3.      Me ataron una cuerda alrededor del cuerpo y me arrastraron por el suelo de una pared a otra.
4.      Me colgaron de una viga con un lazo hasta que resbalé y caí al suelo.  Quebrado por esta tortura, derramo lágrimas de Sangre.
5.      Me ataron a un poste para perforar mi cuerpo con diferentes armas.
6.      Me lanzaron piedras y me quemaron con carbones calientes y antorchas.
7.      Me traspasaron con cañas, me laceraron con lanzas afiladas y desgarraron la piel, la carne y las venas de mi cuerpo.
8.      Me ataron a una columna para obligarme a estar descalzo sobre una placa de metal incandescente.
9.      Me pusieron una corona de hierro y me vendaron los ojos con una tela sucia.
10.  Me hicieron sentar en una silla con clavos afilados que se clavaron en mi carne.
11.  Vertieron plomo líquido y resina en mis heridas, y después de esta tortura, me aplastaron en la silla para que los clavos penetraran más profundamente en mi carne.

12.  Para mi vergüenza y tormento me clavaron agujas en las heridas abiertas de mi barba desgarrada.  Me ataron las manos a la espalda y me empujaron fuera de la prisión, golpeándome con varas.
13.  Me arrojaron a una cruz y me ataron tan fuerte que no podía respirar.
14.  Me golpearon en la cabeza mientras estaba tumbado en el suelo y uno de ellos, presionando su pie sobre mi pecho, me clavó una espina de la coronilla en la lengua.
15.  Me echaron en la boca los peores excrementos y me lanzaron los más viles insultos.

Entonces Jesús dijo: "Mi querida hija, deseo que reveles estos quince dolores y sufrimientos secretos para que sean contemplados y honrados. A todos los que me ofrezcan cada día con amor uno de estos dolores desconocidos y digan con devoción esta oración, les concederé como recompensa la beatitud eterna en el día del juicio. "   

ORACIÓN
¡Mi Señor y mi Dios!  Es mi voluntad irrevocable honrarte, alabarte y adorarte a través de Tus Quince dolores secretos y de Tu Sangre derramada.  Que el amabilísimo Señor Jesucristo, su Sagrado Corazón, su Preciosa Sangre, el Santísimo Sacrificio de la Misa, el Santísimo Sacramento del Altar, la Santísima Virgen María, los nueve gloriosos coros de Ángeles y la bendita multitud de Santos sean bendecidos, alabados y glorificados tantos miles de veces como granos de arena hay en el mar, granos de tierra hay en los campos tantas veces como granos de arena haya en el mar, granos de tierra en los campos, briznas de hierba en la tierra, frutos en los árboles, hojas en las ramas, flores en los prados, estrellas en el firmamento, ángeles en el cielo y criaturas en la tierra, por mí y por todos los seres humanos en adelante y por los siglos de los siglos, deseo darte gracias, servirte, reparar y enmendar todos los ultrajes que te han hecho, y pertenecerte en cuerpo y alma.  Como muchas veces, amado Jesús, yo también me arrepiento de mis pecados y te pido perdón, mi Señor y mi Dios.  Ofrezco todos Tus méritos en reparación al Padre eterno por mis faltas y pecados.  Tomo el firme propósito de mejorar mi vida, te pido la gracia de una muerte santa y te invoco por la liberación de las almas del purgatorio.  Quiero renovar esta devoción cada hora y perseverar en ella hasta mi muerte.  Te pido, oh buen y amabilísimo Jesús, que confirmes mi profundo deseo en el cielo y que no permitas que sea aniquilado por nadie, y menos por el maligno.  Amén. 

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