Modificado : sáb 13 nov 2021 a. m. a. m.4 08:56 (UTC +1)
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Santos
Revelado por NUESTRO SEÑOR a Santa Brígida en la Iglesia de San Pablo en Roma.
Con este ejercicio, que se hace cada día, se rezan en un año tantas oraciones con Pater y Ave como golpes recibió NUESTRO SEÑOR en su Pasión Dolorosa. JESÚS acompañó esta revelación con las más MAGNÍFICAS PROMESAS a favor de quienes cumplieran con fe y piedad esta santa práctica. (Ver al final de esta página)
PRIMERA ORACIÓN
PATER, AVE
Dulzura eterna para todos los que te aman, alegría que sobrepasa todo gozo y deseo, salvación y esperanza de todo pecador, que testificaste que no tenías mayor contento que estar entre los hombres, hasta el punto de asumir la naturaleza humana al final de los tiempos por amor a ellos, recuerda todos los sufrimientos que soportaste desde el momento de tu concepción, y especialmente en el tiempo de tu Santa Pasión, como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad en la mente divina.
Recuerda, Señor, que en la última cena con tus discípulos, después de haberles lavado los pies, les diste tu sagrado cuerpo y tu preciosa sangre, y mientras los consolabas con dulzura, les predijiste tu próxima Pasión.
Recuerda la tristeza y la amargura que sentías en tu alma, como tú mismo testificaste, diciendo: "Mi alma está triste hasta la muerte. "
Recuerda todos los temores, angustias y dolores que soportaste en tu delicado cuerpo ante el suplicio de la cruz, cuando, después de orar tres veces, derramando un sudor de sangre, fuiste traicionado por Judas, tu discípulo, apresado por la nación que habías elegido y levantado, acusado por falsos testigos y juzgado injustamente por tres jueces, en la flor de tu juventud y en el tiempo solemne de la Pascua.
Acuérdate de que te despojaron de tus propias vestiduras y te vistieron de burla; de que te cubrieron los ojos y el rostro, de que te abofetearon, de que te coronaron con espinas, de que te pusieron una caña en la mano y de que te ataron a una columna y te desgarraron con golpes e insultos.
En memoria de todos estos dolores y penas, que soportaste antes de tu Pasión en la cruz, dame antes de mi muerte la verdadera contrición, la confesión pura y completa, la satisfacción digna y la remisión de todos mis pecados. Que así sea.
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SEGUNDA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! La verdadera libertad de los ángeles. Paraíso de las delicias, recuerda el horror y la tristeza que soportaste cuando tus enemigos, como leones furiosos, te rodearon y atormentaron con mil insultos, golpes, arañazos y otros tormentos inauditos. En vista de estos tormentos, te ruego, oh mi Salvador, que me liberes de todos mis enemigos visibles e invisibles y me lleves bajo tu protección a la perfección de la salvación eterna. Que así sea.
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TERCERA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! Creador del cielo y de la tierra, al que nada puede limitar ni restringir. Tú, que contienes y sostienes todas las cosas en tu poder, recuerda el amargo dolor que sufriste cuando los judíos ataron tus sagradas manos y tus delicados pies a la cruz y los atravesaron con grandes clavos romos, Y cuando no te encontraron en el estado que querían, para satisfacer su rabia, agrandaron tus heridas, añadieron dolor sobre dolor y, con una crueldad inaudita, te pusieron en la cruz y te arrastraron, dislocando tus miembros.
Te suplico, oh Jesús, por el recuerdo de este santísimo y amoroso dolor de la cruz, que me des tu temor y tu amor. Que así sea.
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CUARTA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! Médico celestial, levantado en la cruz para curar nuestras heridas con las tuyas, recuerda el dolor y las magulladuras que sufriste en todos tus miembros, ninguno de los cuales quedó en su sitio, para que no hubiera un dolor como el tuyo. Desde la planta de tus pies hasta la coronilla de tu cabeza, ni una sola parte de tu cuerpo se libró del tormento; y sin embargo, olvidando todos tus sufrimientos, no dejaste de rogar a tu Padre por tus enemigos, diciéndole: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Por esta gran misericordia, y en memoria de este dolor, que el recuerdo de tu amarguísima pasión produzca en nosotros una perfecta contrición y la remisión de todos nuestros pecados. Que así sea.
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QUINTA ORACIÓN
PATER, AVE
Oh Jesús, espejo de eterno esplendor, acuérdate de la tristeza que sentías cuando, contemplando a la luz de tu Divinidad la predestinación de los que iban a ser salvados por los méritos de tu Santa Pasión, veías al mismo tiempo la gran multitud de réprobos que iban a ser condenados por sus pecados, y te compadecías amargamente de aquellos desgraciados pecadores perdidos y desesperados.
Por este abismo de compasión y piedad, y especialmente por la bondad que mostraste al buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". "Te ruego, dulce Jesús, que en la hora de mi muerte tengas piedad de mí. Que así sea.
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SEXTA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! Rey amado y todopoderoso, recuerda el dolor que sentiste cuando, desnudo y como un miserable, fuiste levantado y atado a la cruz, donde todos tus parientes y amigos te abandonaron, excepto tu amada Madre, que permaneció muy fielmente a tu lado en tu agonía, y a quien encomendaste a tu fiel discípulo, diciendo a María: "¡Mujer, aquí tienes a tu Hijo! " y a San Juan: "¡Aquí está tu madre! ".
Te ruego, Salvador mío, por la espada del dolor que atravesó el alma de tu santa Madre, que tengas compasión de mí en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, y me asistas en todas mis pruebas, especialmente en la hora de la muerte. Que así sea.
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SÉPTIMA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! Fuente de piedad inagotable, que con profundo afecto de amor dijo en la Cruz: "Tengo sed", pero por la salvación del género humano. Te ruego, Salvador mío, que calientes el deseo de nuestros corazones para que se esfuercen por alcanzar la perfección en todas nuestras obras, y que extingas por completo en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Que así sea.
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OCTAVA ORACIÓN
PATER, AVE
Jesús, dulzura de corazón, dulzura de espíritu, por la amargura de la hiel y el vinagre que probaste en la Cruz por nosotros, haz que recibamos dignamente tu precioso cuerpo y sangre durante nuestra vida y en la hora de nuestra muerte, como remedio y consuelo para nuestras almas. Que así sea.
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NOVENA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! Virtud real, alegría del espíritu, recuerda el dolor que sufriste cuando, amargado por la proximidad de la muerte, insultado y vilipendiado por los judíos, gritaste con fuerza que habías sido abandonado por tu Padre, diciendo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ".
En esta angustia, te suplico, oh Salvador mío, que no me abandones en los terrores y dolores de mi muerte. Que así sea.
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DÉCIMA ORACIÓN
PATER, AVE
Jesús, que eres el principio y el fin de todas las cosas, de la vida y de la virtud, recuerda que te sumergiste por nosotros en un abismo de dolor desde la planta de los pies hasta la cima de la cabeza. En vista de la grandeza de tus heridas, enséñame a cumplir tus mandamientos con verdadera caridad, cuyo camino es amplio y fácil para los que te aman. Que así sea.
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UNDÉCIMA ORACIÓN
PATER, AVE
Oh Jesús, abismo profundo de misericordia, te ruego, en memoria de tus heridas que han llegado hasta la médula de tus huesos y entrañas, que me saques del pecado a mí, miserable abrumado por mis ofensas, y me escondas de tu rostro airado en los huecos de tus heridas, hasta que haya pasado tu cólera y tu justa indignación. Que así sea.
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DUODÉCIMA ORACIÓN
PATER, AVE
Jesús, espejo de la verdad, marca de la unidad, vínculo de la caridad, recuerda la multitud de llagas con las que fuiste herido de pies a cabeza, desgarrado y enrojecido por el derramamiento de tu adorable sangre. ¡Oh, dolor grande y universal que sufriste por amor a nosotros en tu carne virginal! Dulcísimo Jesús, ¡qué podrías haber hecho por nosotros que no hayas hecho!... Te suplico, oh Salvador mío, que marques con tu preciosa Sangre todas tus heridas en mi corazón, para que pueda leer sin cesar tu dolor y tu amor.
Que el fiel recuerdo de tu Pasión renueve el fruto de tus sufrimientos en mi alma, y que tu amor aumente en ella cada día, hasta que llegue a Ti que eres el tesoro de todos los bienes y de todas las alegrías, que te ruego me des, oh dulcísimo Jesús, en la vida eterna. Que así sea.
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DECIMOTERCERA ORACIÓN
PATER, AVE
¡Oh, Jesús! León más fuerte, Rey inmortal e invencible, recuerda el dolor que sufriste cuando toda tu fuerza, tanto de corazón como de cuerpo, se agotó por completo, e inclinaste la cabeza y dijiste: "Todo se ha consumido".
A través de esta angustia y dolor, te ruego, Señor Jesús, que te apiades de mí en la última hora de mi vida, cuando mi alma esté angustiada y mi mente turbada. Que así sea.
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DECIMOCUARTA ORACION
PATER, AVE
Oh Jesús, Hijo único del Padre, esplendor y figura de su sustancia, recuerda la humilde recomendación que hiciste a tu Padre, diciendo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", y tu cuerpo desgarrado y tu corazón roto, y las entrañas de tu misericordia abiertas para redimirnos, expiraste. ------ ¡Por esta preciosa muerte, te ruego, oh Rey de los santos! Fortaléceme y ayúdame a resistir al demonio con la carne y la sangre, para que estando muerto al mundo, pueda vivir sólo en ti.
Recibe, te ruego, en la hora de mi muerte, mi alma peregrina y desterrada que vuelve a ti. Que así sea.
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DECIMOQUINTA ORACION
PATER, AVE
Oh Jesús, vid verdadera y fructífera. Recuerda la abundante efusión de sangre que tan generosamente derramaste de tu sagrado cuerpo, como las uvas en el lagar.
De tu costado, atravesado por la lanza de un soldado, diste sangre y agua, de modo que no quedó ni una sola gota, y finalmente, como un manojo de mirra elevado a lo alto de la Cruz, tu delicada carne se destruyó, la humedad de tus entrañas se secó, la médula de tus huesos se marchitó.
Por esta amarga pasión y por el derramamiento de tu preciosa sangre, te ruego, oh dulce Jesús, que hieras mi corazón, para que mis lágrimas de penitencia y de amor, noche y día, me sirvan de pan; conviérteme enteramente a ti, para que mi corazón sea una morada perpetua para ti, para que mi conversación te sea agradable, y para que el fin de mi vida sea tan loable que merezca tu Paraíso, para alabarte y bendecirte eternamente con todos tus santos Que así sea.
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-----PROMESAS-----
Hermosas promesas fueron hechas a Santa Brígida por una imagen de Nuestro Señor Jesucristo crucificado, con la condición de que rezara estas Oraciones todos los días, y también son prometidas a todos aquellos que las digan devotamente todos los días durante un año.
Como hace tiempo que Brigitte deseaba saber el número de golpes que recibió Nuestro Señor en su pasión, un día se le apareció y le dijo: "Recibí en mi cuerpo 5.480 golpes, si quieres honrarlos con alguna veneración, dirás 15 Pater y 15 Ave con las siguientes Oraciones (que Él le enseñó durante todo un año). Cuando termine el año, habrás saludado cada una de mis heridas.
Luego añadió que quien reza estas oraciones durante un año
1 - Liberará 15 almas de su linaje del Purgatorio.
2 - 15 justos de su linaje serán confirmados y guardados en gracia.
3 -Y se convertirán 15 pecadores de la misma estirpe.
4 -La persona que los diga tendrá los primeros grados de perfección.
5 - Y quince días antes de su muerte le daré mi precioso cuerpo, para que por él se libre del hambre eterna; le daré a beber mi preciosa sangre, para que no tenga sed para siempre.
6 - Y quince días antes de morir, tendrá una amarga contrición por todos sus pecados, y un perfecto conocimiento de ellos.
7. Pondré delante de él el signo de mi Cruz más victoriosa para su ayuda y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
8. Antes de su muerte, vendré con mi querida y amada Madre.
9. Y recibiré su alma con bendición, y la conduciré a las alegrías eternas.
10. Y habiéndola llevado a ese punto, le daré una bebida singular de la fuente de mi Deidad, lo que no haré con otros que no hayan dicho mis Omoniciones.
11-Es necesario saber que quien haya vivido durante treinta años en pecado mortal, y haya rezado devotamente o se haya propuesto rezar sus Oraciones, el Señor le perdonará todos sus pecados.
12-Y lo defenderá de las malas tentaciones.
13-Y preservará y guardará sus cinco sentidos.
14- Y presérvalo de la muerte súbita.
15-El librará su alma del castigo eterno.
16- Y obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.
17-Que si siempre hubiera vivido según su propia voluntad y tuviera que morir mañana, su vida se prolongaría.
18-Todas las veces que alguien rece sus Oraciones, ganará 100 días de indulgencias.
19. Y tendrá la seguridad de estar unido al Coro Supremo de los Ángeles.
20-Todo aquel que las enseñe a otro, su alegría y su mérito nunca fallarán, sino que serán estables y durarán para siempre.
21. Dondequiera que se digan y se digan estas palabras, Dios está presente allí con su gracia.
Todos estos privilegios fueron prometidos a Santa Brígida por una imagen de Nuestro Señor Jesucristo crucificado, con la condición de que rezara estas Ovaciones todos los días, y también se prometen a todos aquellos que las rezaran devotamente todos los días durante el espacio de un año.
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-----HOMOLOGACIONES---
Estas oraciones y las promesas adjuntas fueron copiadas de un libro impreso en Toulouse en 1740, y publicado por el padre Adrien Parvilliers de la Compañía de Jesús, misionero apostólico en Tierra Santa, con la aprobación, el permiso y la recomendación de difundirlas.
En la época de Santa Brígida, en el siglo XIV, aún no se había inventado la imprenta; se recurría a los copistas. El Papa Urbano VI les animó a multiplicar los ejemplares de las revelaciones de Santa Brígida, que se disputaron reyes, soberanos, obispos, universidades, conventos y bibliotecas.
Los libros que contienen estas Oraciones y Promesas fueron aprobados por un gran número de Prelados, entre ellos Su Eminencia el Cardenal Giraud de Cambrai en 1845, y Monsieur Florian, Arzobispo de Toulouse en 1863. La colección de pequeños libros, entre los que se encontraban estos Oraisons, fue bendecida por Su Santidad el Papa Pío IX el 31 de mayo de 1862. Finalmente, esta colección fue recomendada por el Gran Congreso de Malinas el 22 de agosto de 1863. Quienes visiten la Basílica de San Pablo en Roma podrán ver el crucifijo de tamaño natural, esculpido por Peter Cavallini, ante el que estaba arrodillada Santa Brígida, y la siguiente inscripción colocada en la Basílica: < Pendentis pendente Dei verba accepit aure accipit at verbum corde Brigitta Deum. Anna jubilei MCCCL >, que recuerda la maravilla con la que el crucifijo habló con Brigit.
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SANTA BRIGITA, VIUDA
Santa Brígida o Brigit, hija de Birgier, un príncipe real de Suecia, nació hacia 1302. Sus padres vivían en la práctica de la santa piedad. Pero al haber perdido a su virtuosa madre poco después de su nacimiento, la joven Brigitte fue criada por una de sus tías, que también era encomiable por sus virtudes. Estuvo privada del habla hasta los tres años, y no supo hablar hasta que utilizó su lengua para alabar a Dios.
Desde su infancia, sólo le gustaban los discursos serios. Su gracia obró tan poderosamente en su corazón que no tuvo otra atracción que los ejercicios de piedad. Cuando tenía diez años, se sintió especialmente conmovida por un sermón que escuchó sobre la pasión del Salvador. La noche siguiente creyó ver a Jesucristo atado a la cruz, cubierto de heridas y sangre. Al mismo tiempo, le pareció que una voz le decía: "Mírame, hija mía. < ¿Quién te trata tan cruelmente? > dijo. < Son los que me desprecian y son insensibles a mi amor por ellos.
La impresión que le causó este misterioso sueño nunca se desvaneció, y desde entonces, los sufrimientos de Jesucristo se convirtieron en el tema continuo de sus meditaciones e hicieron que sus lágrimas fluyeran incesantemente. Se casó a los 16 años, por obediencia, con un joven de gran piedad, llamado Ulphon, del que tuvo ocho hijos. El ejemplo de Brígida, incluso más que sus instrucciones, santificó a su numerosa familia. Sus revelaciones y otros favores celestiales sólo la hicieron más humilde y ferviente. Murió en Roma en 1373, tras regresar de una peregrinación a Tierra Santa. Fundó la Orden de las Brigitinas.
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