Se invoca a Santiago para la curación de los clavos. Nacido en Caná de Galilea, era primo de Jesucristo y se decía que se parecía mucho a él.
Después de Pentecostés, cuando los discípulos se dispersaron para difundir la Buena Nueva por todo el mundo, Santiago permaneció en Jerusalén para convertir a los judíos. Un día mientras arengaba a la multitud, los príncipes de los judíos lo arrojaron desde la terraza del Templo, y lo remataron con un golpe en la cabeza mientras rezaba a Dios por última vez.
INVOCACIÓN:
Señor Dios, Soberano Rey del cielo, oh Dios, Padre Todopoderoso, Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, ten misericordia de mí. Tú que quitas los pecados del mundo, recibe mi humilde oración. Porque eres el único santo. Que así sea. Santiago, tan cerca de Dios Hijo por nacimiento, tú que estás en su gloria, ruega por mí, intercede por mí; cúrame.
ORACIÓN:
Te saludo con tierna devoción, oh preciosa cruz, que mereciste llevar al Dios hombre, Jesucristo, el rescate del mundo entero. Que Jesús, mi Maestro y mi Salvador, me defienda a través de ti, oh santa Cruz, en la hora de mi muerte, contra los ataques del demonio. Que así sea.
Los santos son criaturas divinas de diferentes categorías: Ángeles y Arcángeles, Querubines y Serafines, Patriarcas y Matriarcas, Profetas y Mártires, Apóstoles y Evangelistas, Laicos y Sacerdotes comprometidos, Obispos y Papas, Héroes y Heroínas de la fe, Vírgenes y Doctores de la Iglesia, Beatificados del Señor...
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