Dios, cuyo amor no tiene fin,
tu Hijo único fue entregado en manos de los malvados,
y nos curó con la sangre de su cruz.
Que una a su propio sufrimiento
los sufrimientos de los que han sido abusados por sacerdotes
por servidores de tu Iglesia
o por padres que han traicionado tu amor
y cuyo pecado nos avergüenza.
Que Cristo escuche los gritos de los abusados,
calme sus temores con la fe en tu protección,
sus dudas, confiando en tu amor,
su rabia, confiando en tu misericordia sanadora.
Concede a todos los pastores de tu Iglesia
compasión para proteger a tus fieles
la fuerza para guiar a tu rebaño
y la sabiduría para modelar sus vidas
en Cristo, el Buen Pastor.
Dios de justicia y compasión
protege a todos tus hijos de los abusos
y líbranos del odio.
Que sólo busquemos la justicia y la verdad
y confiemos en tu infinita misericordia.
Espíritu Santo, consolador de los corazones
cura las heridas de tu pueblo,
concédenos valor y sabiduría,
humildad y gracia,
para actuar con justicia y encontrar la paz en ti.
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